Salvaje Moraleja

Entender que la Moraleja en sí necesitaba un cambio radical de aires fue su punto de partida para definir el concepto del restaurante.  Tras el éxito cosechado en Salvaje Velazquez desde el estudio decidieron trasladar el origen de la marca ubicando a su gran protagonista (el rinoceronte) semienterrado a modo de hallazgo arqueológico. Esta primera antesala da paso a una especie de “templete” (donde está la cocina) que hay que atravesar para llegar al local.

El proyecto pone especial énfasis en los recorridos y las distintas visuales que se van mostrando a lo largo de los mismos dejándonos entrever lo que nos aguarda dentro del local. Partimos pues de un local en absoluta decadencia que, no pudiendo contener por más tiempo la fuerza salvaje de la naturaleza, estalla de manera aleatoria y caprichosa, rompiendo todos los límites dando paso a una naturaleza emergente (el nuevo lujo) que irrumpe en el espacio de una manera violenta y caótica.

En este espacio resquebrajado y totalmente agrietado se observan infinidad de detalles artesanales que van surgiendo a medida que vas recorriendo el local: exóticos mármoles y monolitos que salen de suelo y paredes,  barras deconstruidas que emergen con furia directamente del centro de la tierra, botelleros que emulan ríos de lava…una barra río donde disfrutar de las delicias del mar sobre una encimera humeante de “placas de hielo”. Un baño que parece estar “atrapado” en el tiempo…

En definitiva, un sinfín de detalles que ponen de manifiesto que salvaje a colonizado otra plaza más en la ciudad.